Por A12 Em redacción a12 Atualizada em 14 MAI 2019 - 14H37

¡Me quejo de todo!

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Es la 1:00 PM, es verano, usted está en la fila del banco hace dos horas. Usted mira para la persona en su frente y, casi inconscientemente, reclama por el calor del día. Él piensa parecido y ustedes tienen un pequeño diálogo, como que para desahogarse. Es algo común reclamar junto con las personas que atraviesan una situación parecida con la nuestra. También cuando las cosas no andan tan bien como nos gustaría. En fin, quejarse es algo cotidiano.

Evidentemente, existen algunas personas que se quejan mucho. Incluso parece que se quejan por todo. ¿Pero cómo se llega a esta situación?

Oyendo varias opiniones, se encuentran explicaciones diversas: insatisfacción, pesimismo, ver “el vaso medio vacío”, pasividad, entre otras. En todo caso, lo más interesante es preguntar: ¿qué hacer por una persona con esta actitud? O, en este caso, por nosotros mismos, si somos del equipo de los que se quejan mucho.

La fe nos ofrece muchas riquezas. Una de ellas es ponernos en contacto con la revelación. Hay cosas que serían muy difíciles de conocer, pero la fe permite tener acceso a ellas. Así, nos fue transmitido que fuimos creados y que la creación es buena. Además, se habla también de la gracia, del deseo de Dios por conceder bienes aún mayores. Todo lo que tenemos fue recibido. Nuestra propia existencia no vino de nosotros mismos; nos fue dada como un regalo por nuestros padres. Siendo así, una primera respuesta sería la gratitud. Talvez, cuando nos quejamos mucho, es porque, en el fondo, nos olvidamos de agradecer.

No es solamente cuestión de perspectiva, como para ver “el vaso medio lleno”. Es reconocer que nos fue dado un vaso y el agua que este contiene. De allí podemos percibir otro aspecto que lleva a la persona a quejarse demasiado: está necesitando de una visión más completa de las cosas. En el ejemplo inicial, fue colocado el calor, el hambre y la espera; pensemos también en las veces en que somos incomodados por el calor o por el frío, por tener que caminar o por estar en carro en medio de un tránsito terrible, por no tener tiempo para todo o por no tener nada para hacer. Una visión parcial puede llevarnos a conclusiones equivocadas, o muy limitadas, en todos los casos.

Así, la gratitud y un enfoque más completo pueden estar faltándoles a aquellas personas que se quejan en exceso. Se trata de reconocer lo que se tiene delante y de aprender a agradecer en medio de todo eso.

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