Por A12 Em redacción a12 Atualizada em 14 MAI 2019 - 14H55

Pedofilia en la Iglesia

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En enfoque en la prensa, el abuso sexual y, más específicamente, el abuso sexual contra niños y adolescentes despierta los más variados sentimientos en toda la población.

En líneas generales, se puede definir que el abuso sexual es la utilización del niño o del adolescente en una relación de poder desigual, para proporcionarle placer sexual a otra persona. Las situaciones de abuso sexual van desde toques en partes íntimas, producción de fotos y vídeos exponiendo al niño o adolescente sin ropas, hasta las violaciones.

En las últimas décadas, innumerables situaciones de abusos sexuales por parte de autoridades, representantes y miembros de la Iglesia Católica en diversos países, así como la falta de responsabilidad ante los casos e incluso noticias de encubrimiento están causando escándalo, indignación y preocupación en el mundo entero.

Es difícil pensar en las causas. Me animo a decir que, en primer lugar, existe un alejamiento de la verdad del Evangelio en ciertos ambientes de la Iglesia; en segundo lugar, la Iglesia no ha sabido seleccionar y formar a una buena parte de sus sacerdotes, religiosos y miembros de congregaciones, pues sin duda no alcanzaban el nivel espiritual y psicológico necesario para desempeñar una misión que requiere un gran espíritu de servicio; en tercer lugar, la Iglesia, con mucho celo de salvaguardar su nombre y con un cierto puritanismo, buscó evitar los escándalos, encubriendo la verdad; en cuarto lugar, debido a una inadecuada comprensión de la compasión, la Iglesia no aplicó con el rigor necesario la norma de su derecho canónico, el mismo que está en proceso de ser revisado. Y por último, la Iglesia ha otorgado un excesivo protagonismo al sacerdote, olvidándose del papel fundamental de los legos, hombres y mujeres, que son tan Iglesia como cualquier clérigo.

El reciente encuentro en el Vaticano sobre los abusos sexuales mostró un propósito de enmienda firme y un sincero esfuerzo por la renovación de la Iglesia, a pesar de que este sea solamente un primer paso. El Papa Francisco, al final del encuentro, pronunció las siguientes palabras:

“Actualmente creció en la Iglesia la consciencia del deber que tiene, de intentar no solo contener los gravísimos abusos con medidas disciplinarias y procesos civiles y canónicos, sino también enfrentar, decididamente, el fenómeno, dentro y fuera de la Iglesia” (...) “Llegó la hora de encontrar el justo equilibrio de todos los valores en juego y dar directrices uniformes para la Iglesia, evitando los dos extremos: ni el judicialismo, provocado por el sentimiento de culpa ante los errores pasados y por la presión del mundo mediático, ni la autodefensa, que no enfrenta las causas y las consecuencias de estos graves delitos”.

Por último, recordando las palabras de Rafael Domingo Oslé: “La Iglesia no es solamente 'la Iglesia de los abusos'. La Iglesia, durante siglos, ha sido una gran defensora de la paz en el mundo, de la lucha contra la pobreza, del cuidado a los enfermos, de la educación a millones de niños; y ha protegido la vida como pocas instituciones lo han hecho. Esta parte saludable, fresca y misericordiosa de la Iglesia es la que acabará imponiéndose de nuevo y limpiará el hedor de la ferida que ha estado presente en el seno de la propia Iglesia y ha escandalizado a innumerables personas de buena voluntad”.

Por todo esto, es necesario que iniciativas de capacitación, sensibilización y formación para la prevención se vuelvan esenciales e indispensables para ayudar a la Iglesia.

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