Para usted que va a Misa, está acostumbrado a la recitación de la Coronilla, a la Coronilla de la Misericordia, y que todo año visita a Nuestra Señora, pero siente que aún le falta conocer a Jesús, aquí van algunos consejos. Lo primero que necesitamos para conocer a Jesús es una larga relación con Él. Digo “relación” porque es un aspecto importantísimo del conocer.
Consejo número un: “Acoger la Iniciativa Divina y querer de verdad relacionarse con Él”
Cuando tomamos consciencia de que Él es el primero que quiere relacionarse con nosotros, algo cambia en nuestra vida de oración y, por eso mismo, debemos rezar con esta intención, desear durante el día esta comunicación con Dios, conversar con Él, prepararse bien para la misa, confesarse. Que las cosas de Dios sean sagradas para usted. Estos esfuerzos serán enriquecidos con la Gracia Divina, que vino primero, haciendo a nuestro corazón inclinarse para Él. Ahora, como un fruto que nace del árbol de una vida espiritual, podremos comenzar. Dios ya no es un extraño, sino alguien cercano. A veces, incluso una devoción particular, talvez el patrono de nuestra parroquia nos ayude en este momento.
Segundo consejo: Leer los mensajes que están en su e-mail
¿Cómo es eso? Muchas veces, Jesús intentó comunicarse con nosotros, pero no siempre lo entendimos o no tuvimos las condiciones, espacios, o simplemente estábamos cerrados a sus mensajes. Por eso es importante hacer una “revisión de vida”, mirar aquellas páginas difíciles de nuestra vida y reconciliarlas a partir del Corazón Misericordioso de Dios. No siempre esto es fácil, y demora algún tiempo. Parece todos aquellos e-mails que usted no leyó, pero sabe que son importantes. Nuestra consciencia tiene una buena memoria para esto. Basta preguntarse: ¿Qué hice mal en estos últimos tiempos? ¿Qué Dios quisiera que yo cambiase en mi vida? Un consejo en este paso sería profundizarse en cómo hacer el “examen de consciencia”. Puedo decir que es mucho más que ver lo equivocado; es también estar agradecido por todos los beneficios. Pero eso se queda para otro día.
Tercer consejo: ¡Estudie!
¿Estudiar qué? El Catecismo de la Iglesia Católica, las Sagradas Escrituras. Vaya a hacer aquel curso en su Parroquia. No existe otra manera. Con seguridad, podemos conocer a Dios en nuestra oración. ¿Pero quién dijo que Dios quiere relacionarse con usted solo de esta manera? ¿No habrá una pereza escondida por ahí? Muchas veces, queremos consejos para saber qué hacer, pero no siempre esto será posible. Muchas veces, tendremos nosotros mismos que resolver situaciones difíciles, y rápidamente. Por eso, si no conozco el Cristo de los Evangelios, el Cristo que dejó su Iglesia como actualización de su mensaje para los desafíos de hoy, nos quedaremos siempre en la ignorancia de aquellas cosas que Jesús espera de nosotros. Una pregunta básica: en este último mes de septiembre, ¿usted estudió más sobre la Biblia? Acoger las directrices de la Iglesia es una buena oportunidad para hacer este camino. Un fragmento sugestivo del libro de la Sabiduría es este: “La Sabiduría es brillante, su belleza es inmutable; fácilmente es contemplada por los que la aman y es encontrada por los que la buscan. Para darse a conocer, se anticipa a los que la desean” (Sb 6,12-13).
Cuarto consejo: “Aplique lo que usted estudia”
En el momento en que usted comienza a tener que manifestar su Vida Cristiana, comenzará a realmente necesitar entender el “Buen Pastor”, a necesitar del “Pan de la Vida”, necesitará buscar a Dios como “Camino”, “Verdad”, ante las dificultades e incluso de las personas, y encontrará “el Reconciliador”; cuando perciba sus miserias y necesite de respuestas para su vida, encontrará así al “Salvador”, “el Dios Vivo”; cuando no entienda las dificultades que aparecen en su vida, comenzará a conocer “al Jesús Crucificado”.
Por eso es que decimos que la Vida Cristiana es un camino de discipulado. Los apóstoles recibieron el llamado, pero solamente al acompañar a Jesús es que fueron instruidos, y este proceso continúa hasta hoy en su Iglesia. Por eso tenemos reuniones como el último “Sínodo de los Jóvenes”. Quiero terminar recordando a Juan 15,14-16, uno de los fragmentos más bellos de los evangelios: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre. 16 Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Esto os mando: ¡que os améis unos a los otros!”
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